Hay noches que acostada en mi cuarto me siento tan afortunada de tener una cama cómoda, una almohada que amo, un clima que refresca mi sábana, sentir el pie o la mano cálida de mi esposo, otros días sentir una cabecita con cabellos despeinados de una de mis hijas. Esto es lo más hermoso y cotidiano que puedo tener. Es la seguridad de que los que más quiero están aquí, estamos aquí. Pero para las mujeres del penal esta historia no es su historia.
Tuve la oportunidad hace 2 años, junto con amigas de toda la vida, de vivir una experiencia dentro del penal de mujeres, hicimos 3 visitas, platicamos con ellas, llevamos una ludoteca (espacio de juego), un espacio para hacer ejercicio y material que ellas requerían para hacer clases de arte. Todo donado por amigos y extraños que se unieron a nuestra causa, convocados por facebook. Y gracias a la apertura de la secretaría de desarrollo social que nos llevaron hasta ahí.
Qué ignorantes podemos ser cuando crees que hacer algo así es porque vas a ayudar a otros, si el que necesita ayuda es uno mismo. Esas cortas visitas, nos sensibilizaron muchísimo. Te hacen valorar tu libertad. Esas visitas, se han alargado para mi durante estos dos años, ya que no he podido dejar de pensar en ellas. Y sobre todo en sus hijos. En esas noches en mi cama, pienso cómo la estarán pasando ellas.
Yo me sentía muy feliz y satisfecha de llevar esta donación al penal de mujeres, donde en ese momento había 180 mujeres, hoy son más de 400, el 90% de ellas son mamás. Pero no es suficiente ir y hacer una obra de caridad. Siempre se puede dar más, porque siempre hay necesidad. Aprendí que no hay gente mala, sino “personas” que por alguna razón que no podemos juzgar, tomaron una mala decisión. Todos podemos estar ahí.
Esas 400 mujeres, la mayoría mamás, tienen en promedio de 2 a 3 hijos, y ellos vienen a visitarlas sábados y domingos de 10am a 3pm. Esas son ventanas de unión familiar que se abren cada semana. Y las vamos a aprovechar. Podría quedarme en mi cama pensando en ellas, pero también podríamos unirnos para llevarles espacio de juego, creatividad y conexión en esos horarios. Esa es la razón de crear las ludotecas móviles. Únete a nosotros, donando material de juego y arte. Y el equipo de psicólogos y voluntarios de desarrollo social, van a llevar estos espacios cada fin de semana. Nadie no está patrocinando, es una inquietud que nace de una mamá como yo y como tú.
“Una sociedad no puede cambiar si no hay una sociedad como red de apoyo. El juego y el arte son terapia para el ser humano, crean hilos invisibles y vínculos para toda la vida”.
Gracias por tu ayuda
Marysol Flores /
Familia Viva (Juega, Conecta, Crece)